domingo, 13 de julio de 2014

Las cosas hechas "a las patadas"

Hace un par de días me encontraba caminando por el Norte de Bogotá, aprovechando que no me era permitido andar en carro por estar de pico y placa.  Pensé que sería una oportunidad más que buena para caminar hasta el lugar de reunión. La ruta implicaba recorrer alrededor de 25 cuadras por vías peatonales correspondientes a vías principales.  Estas rutas son la Avenida 15 entre Calle 100 y Calle 116, y la Calle 116 entre Carrera 15 y Avenida 19.


Las fotos que aparecen en la parte superior corresponden al trayecto que debe transitar el peatón por la Avenida 15 entre la Calle 105 y la Calle 106.  Como se observa, se trata de un amplio espacio que fue objeto de intervención y demoradas obras por un prolongado lapso.  El resultado es un aparentemente amplio y cómodo espacio para el peatón.  Sin embargo, las apariencias parecerían encubrir algo mucho más
real y terrible.  El espacioso lugar permite ser visto, pero no ser transitado.  Un espacio para peatones, en donde el peatón no puede aproximarse sin riesgo. 


Las imágenes muestran lo que implica desperdiciar espacio en la ciudad.  Michel Foucault, en su obra "Seguridad, territorio y población", menciona la importancia que tiene la manera como se ejerce el biopoder.  Este biopoder implica poder organizar a las personas a través del espacio; a donde pueden ir, por donde pueden hacerlo, y permitir que la dinámica propia de cada sociedad se desarrolle a partir de allí.  Como se observa, parecería que a distancia, la obra de la carrera 15 fuera una invitación a que las personas se movilizaran con una sensación de libertad. De cerca, la sensación es la misma que cuando se transita una vía para automóviles: es intransitable.  Esta vía que ocupa el equivalente (en espacio) a aproximadamente cuatro carriles vehiculares, no cumple siquiera con la finalidad mínima esperada de ella. La calidad de esos cuatro carriles peatonales es sorpresivamente similar a la calidad de la mayoría de vías vehiculares en Bogotá: desastrosa.  Y esto es así a lo largo de todo el andén occidental, como se ve en las siguientes fotos. La calle 116, entre Carrera 15 y Avenida 19 sufrió exactamente del mismo problema, y de otros más que llevaron a que la obra de construcción de andenes debiera realizarse no una sino dos veces. Los contribuyentes (usted y yo) lo pagamos, no una, sino dos o más veces.


Las cosas hechas a las patadas, muestran dos realidades palpables:  1) El derecho colombiano no sirve para evitar este tipo de cosas; y 2) El afán de tener dinero fácil supera con creces a la necesidad de moverse, algo que para muchos, es contrario a la naturaleza humana.  En otros países, caer en un hueco genera una cuantiosa demanda contra el Estado que probablemente se ganaría.  En Colombia, no es así.  Tan triste es la situación, que en la actualidad, el IDU ha manifestado que la reparación de las losas de Transmilenio (otra obra hecha a las patadas) no se puede hacer.  En términos mucho más políticamente correctos han manifetado: "Habrá pañitos de agua tibia, no esperen soluciones reales".

Lo realmente curioso del caso de Bogotá, es que parece eludir algo que parecería ser absolutamente claro en la Constitución de 1991. Se trata del principio de la responsabilidad del Estado por causación de daños antijurídicos.  Con los carros, se dañan partes, pero el dinero permite repararlas.  Con las lesiones sufridas por las personas, no siempre ocurre lo mismo; los costos no pueden ser dimensionados de la misma manera.  También previó la Constitución de 1991 una figura que es -en mi sentir- el fracaso más grande de la Carta Política de 1991: la acción de repetición. Esta acción permite al Estado acudir ante los funcionarios que lo han llevado a ser condenado a título de culpa grave o de dolo del funcionario.  A través de ella, el Estado está llamado a recuperar los valores que ha debido pagar por culpa de ese funcionario.  Como he dicho antes, se trata del fracaso más grande (en mi sentir) de la Constitución de 1991.

El resultado de la inoperancia del derecho colombiano frente a esto, es que Michel Foucault probablemente vería en el ejercicio de construcción de vías en Bogotá, un ejercicio muy particular del biopoder: aquel en donde la obra de movilidad invita a lo movilización.  Otra más de las contradicciones particulares de Colombia.
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Fotografías: Fuente propia.

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