viernes, 19 de julio de 2013

¿Por qué la mala fama de los abogados?

No es extraño que la ciudadanía tenga poca fe en los abogados; en algunos casos, esa fe es nula o inexistente.  No es extraño tampoco que al acudir una persona ante una oficina de abogados, manifieste la pésima experiencia que ha tenido con los profesionales del derecho que anteriormente los han asesorado.  Quizá estamos demasiado acostumbrados a este tipo de reacciones, cada vez más cotidianas en nuestro devenir diario.
 
¿Por qué, entonces la mala fama de los abogados?  Facultades de derecho, de ciencias jurídicas o de jurisprudencia existen por montones en el país.  ¿Acaso los jóvenes están interesados en estudiar una carrera aparentemente deslegitimada, o es otro el incentivo para estudiar esta carrera?  El conocimiento de la ley se presta para realizar una importante cantidad de gestiones que quizá otras personas no sepan o no puedan hacer por sí mismos. Esto le brinda a los abogados un especial poder de gestionar los derechos de terceros, y en muchas ocasiones, de gestionar sus finanzas.
 
Recientes escándalos sobre la gestión de abogados permiten cuestionar hasta donde llega la responsabilidad de los abogados por su gestión.  La facultad de derecho le enseña a sus estudiantes que, por regla general, la responsabilidad de los abogados es una responsabilidad de medio y no de resultado; es decir, el abogado responde por una utilización adecuada de medios para lograr una finalidad trazada en la gestión de los intereses de su cliente.  Sin embargo, esto es simplemente una regla general, que viene dada de una época en la que los abogados preponderantemente actuaban en escenarios judiciales, y no en proyectos de consultoría, o de asesoría externa de otra índole.
 
Bajo ese entendido, es importante que las personas conozcan de antemano cuáles son las reglas de juego en su relación con el abogado, y de paso, que sean conscientes del alcance de la responsabilidad de los abogados con ellos.  Muchas de las manifestaciones sobre "abogados malos" no son válidas miradas desde la perspectiva de las reglas del ejercicio de la profesión.  Tampoco puede catalogarse de "buen abogado" a aquél que logra conseguir un objetivo, incluso acudiendo a mecanismos como el tráfico de influencias o el cohecho de funcionarios.  Ese no es un buen abogado, sin dudarlo.  Por lo tanto, existe tanto la buena fama inmerecida, como la mala fama inmerecida.  Eso obedece a que la persona no es conocedora de qué deberes tiene el abogado con su cliente.
 
En muchas disciplinas, se ha avanzado colectivamente a solucionar este tipo de vacíos.  Es así como en la prestación de servicios de salud, sea cada vez más claro en donde hay y no hay responsabilidad de los profesionales de estas disciplinas.  En el caso de la disciplina jurídica, siguen existiendo vastas lagunas de duda y de ignorancia acerca de estos aspectos.  En consecuencia, corresponde a los profesionales del derecho serios, advertir a sus clientes antes de iniciar cualquier gestión, los riesgos que hay inherente al encargo que se acepta, el alcance de sus propias obligaciones, y resolver cualquier inquietud que exista al respecto.  En Apoyo Jurídico cumplimos con esta práctica en cada uno de nuestros encargos.  Para aquellos que no forman parte de nuestra red de clientes, es un deber consigo mismos, exigir que sus abogados cumplan con este deber de información.  Únicamente así, podrán saber si realmente el abogado, en el cumplimiento de su encargo, ha sido realmente bueno o realmente malo.

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