martes, 23 de diciembre de 2014

Algunas reflexiones en esta Navidad

Llega el momento de celebrar la Navidad, el próximo 25 de diciembre.  Se trata de una fecha que refleja una disputa histórica para determinar por qué ese día.  Diversas versiones se han manejado en ese sentido, y la tendencia mayoritaria parece coincidir en que se trató de una conjunción de la celebración del nacimiento de Jesús con la celebración del Sol Invictus romana.  Lo que parece absolutamente claro es que ni el día, ni el mes ni el año corresponden al de la fecha real en que nació Jesús.
Sin embargo, no se trata del primer caso en que se celebran hechos en días distintos a los que corresponden realmente.  Para utilizar un ejemplo local, cabe recordar que el 20 de julio de 1810, Colombia no obtuvo su independencia.  De hecho, entre esa fecha y la expulsión definitiva del gobierno por parte de los españoles, se produjeron numerosos cambios políticos a nivel local, desde la existencia de un doble gobierno (centralistas y federalistas), la pacificación de Morillo, y las diversas campañas libertadoras, hasta llegar al éxito de Bolívar en 1819.  Lo de menos, por supuesto, es el aspecto histórico de la celebración de la Navidad.

Para quienes de una u otra manera profesamos la fe cristiana (en alguna de sus vertientes oficializadas), la Navidad representa la llegada de Dios, hecho hombre, para convivir con nosotros los hombres.  La Navidad no representa, entonces, un triunfo del bien sobre el mal, o la imposición de unas creencias religiosas sobre otras.  La Navidad implica entender que, sin que fuera necesario u obligatorio, Dios descendió a nuestro nivel para enseñarnos, para amarnos, para perdonarnos, para ayudarnos.



Mucho podríamos aprender, a múltiples niveles, a partir de esa creencia básica.  El poderoso ayuda al débil, el capaz ayuda al incapaz, el grande de espíritu ayuda al débil de espíritu.  Mucho criticamos (y me incluyo aquí) las decisiones políticas, la intolerancia social y la corrupción del que debe ser justo e impartir justicia.  Sin embargo, es importante entender que esas decisiones reflejan el contenido y la consistencia moral de los individuos.  Decir que se ama, pero demostrar odio; alardear de la honestidad, pero mantener una doble vida; profesar la amistad pero cultivar una actitud negocial con el prójimo, son muestras a nivel "micro" de una realidad que podemos observar a nivel "macro" en cualesquiera escenario que se quiera analizar.

Un reciente ejemplo, que permite ilustrar lo anterior, es el paro judicial al que tantas veces hemos hecho referencia en este espacio: un servicio público de primer nivel que no está legal ni constitucionalmente legitimado para parar su actividad, lo ha hecho.  Esa ilegalidad, ha sido abordada (por sus instigadores) a partir de un discurso de los derechos.  Los Jueces, que son los voceros de la ley y del derecho, tergiversando el discurso jurídico para legitimar lo ilegal.  Es muestra de una hipocresía sin medida.  Ellos mismos son los que la semana anterior han manifestado que es ilegal parar en época de vacaciones.  No solo es cínica la afirmación, sino que argumentativamente deja mucho que desean; no trabajar cuando se debe trabajar es legal, pero trabajar en periodo de descanso obligatorio sí es ilegal (¡!).

La Navidad nos invita a recordar esta triste realidad.  Nos sirve de motivo para examinar nuestro interior y ver qué entendemos por "la gracia de la cual necesitamos tanto".  Recordar que "el más grande" ayudó al más pequeño, debe servirnos para reflexionar sobre nuestros derechos, nuestros deberes y ante todo sobre nuestra responsabilidad frente a nuestros semejantes.
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Imagen tomada de la página web: http://elevangelioencasa.blogspot.com

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