martes, 2 de diciembre de 2014

La información que nos llega

En 1997 se estrenó la película "El Mañana nunca muere", una cinta de la famosa saga de películas de James Bond, el agente 007.  El problema con el que se enfrenta el agente británico en esa película es el de un verdadero concierto para delinquir que se fragua al interior de un medio de comunicación, "El Mañana".  La trama mostraba la historia de ficción que se presentaría si un medio de comunicación puede adquirir tal nivel de poder que es capaz de crear las noticias que el público debe digerir.

Varios años después, nos encontramos con un medio satírico de amplia difusión a nivel nacional: "Actualidad Panaméricana".  Se trata de lo que coloquialmente se llama una "mamdera de gallo" pero a nivel de producción en masa.  No es el primero, y tampoco será el último caso que se dará al respecto.  De hecho, algo no muy distinto hace el columnista de la Revista Semana, Daniel Samper Ospina.  Lo que llama particularmente la atención del caso de "Actualidad Panamericana" es que se trata de una "mamadera de gallo" que no en todos los casos es obvia, y al lector no habitual del medio, puede inducirlo en error.

Con estas breves referencias vamos pasando de la ficción a la realidad. La difusión de mentiras a través de medios masivos de comunicación es una práctica que no se ha inventado en Colombia, y mucho menos en el siglo XXI.  Precisamente se acuña el término de "propaganda" a ese tipo de difusiones, muy popular en época de guerras.  "Vamos ganando la guerra", "estamos más cerca que nunca de la victoria", "los tenemos acorralados" son frases muy típicas de ese tipo de información.  Lamentablemente, como probablemente le habrá ocurrido a muchos de los lectores de este escrito, se observará que nuestro propio Presidente de la República (y como él muchos otros) es uno de los que más hace uso de este tipo de comunicación.

En materia jurídica, el sistema jurídico ha tenido que enfrentar diversos casos de lo que se presenta cuando la información emitida por el medio de comunicación, atenta contra derechos de las personas, así como cuando el Estado (u otros terceros) pretende callar a la fuente de información: censura.  En el segundo de los casos, uno de los primeros casos más conocidos a nivel nacional fue la censura a la que se sometió Antonio Nariño con la traducción de los Derechos del Hombre de la revolución francesa.  A raíz de ese tipo de situaciones, existen algunos precedentes de qué se debe hacer cuando colisionan los derechos de difundir el propio pensamiento (libertad de expresión y libertad de prensa) con derechos de terceros.


Qué ocurre, sin embargo, cuando la información emitida llega a un tercero indeterminado (cualquier persona que pueda leer, ver o escuchar el medio) o cuando le llega a una colectividad.  No es un secreto que muchos de los medios de comunicación representan ciertos intereses económicos, y/o tienen su propia agenda política.  Así como en la época de Hollman Morris se censuró a un periodista que no se alineó con la ideología de izquiera, no es de esperar que en el programa de radio de Fernando Londoño, se brinde informacion que haga lucir bien a la izquiera -solamente por utilizar dos ejemplos obvios-.

Esto podría parecer superfluo u obvio, pero tiene las mayores implicaciones cuando se trata de una democracia.  "Teóricamente" la democracia implica que todos los ciudadanos decidimos sobre los problemas que nos tocan, con fundamento en nuestro propia percepción de lo que nos conviene.  Las monarquías absolutas no tenían este problema, porque lo realmente importante era lo que pensara el Rey (o reina) soberano.  En una democracia, sin embargo, se presentan problemas cuando no sabemos cuáles son nuestros problemas (porque nos los callan), o deliberamos sobre problemas que no existen (porque se los inventan para distraernos, o porque tenemos una percepción errada de la naturaleza del problema.

Varios problemas actuales muestran que el problema está hoy más vigente que nunca en Colombia.  ¿Por qué nos importa lo que diga el Procurador en un medio si es completamente contrario a lo que dice el Fiscal General de la Nación? ¿Es acaso, igual de relevante lo que piense yo en contravía de lo que diga el Fiscal?  La respuesta parece estar en el poder de difusión de información, información que consumimos bajo la presunción de certeza de la misma.  Somos consumidores masivos de información, y no tenemos ningún tipo de control efectivo acerca de lo que se dice.  Cualquier cuestionamiento abierto a la difusión de información se toma como censura, y esto lo publicitan los medios afectados por todos los medios a su alcance.

En el debate constante entre censura y libertad de prensa se halla la vigencia del derecho.  El derecho, la justicia, están para dar esos debates. Ese es su escenario natural, y la verdad es que la realidad nos muestra que el tema está lejos de estar resuelto.  Observen, por ejemplo, el gran problema que se creó con el llamado de María Isabel Rueda a la Fiscalía.  Lean esta columna de María Jimena Duzán.  En ambos casos, veremos que el problema de qué información es la que digerimos, qué información es la que circula en nuestra democracia, es de la mayor vigencia.  Parecería ser que aún después de 1997, "El Mañana" no murió.
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Imagen tomada de la página web http://freedombytes.info

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