lunes, 14 de marzo de 2016

Problemas de diseño - Constitución de 1991

La Constitución de un país debe ser la carta de navegación de todo el Estado, entendiendo este último término no como sinónimo de autoridades públicas, sino en su sentido original: grupo de personas sometidas a un gobierno en un territorio específico y con reconocimiento internacional.  En otras palabras, la Constitución 1991 debe ser una carta de navegación para TODOS los que estamos en este porción de territorio que llamamos Colombia.


Observen bien que he sido cuidadoso en incluir el término "debe ser", y no el término "es".  Principalmente ello obedece a que la Constitución de 1991 incurre en una insalvable imprecisión: pensar que en realidad el interés general prevalece sobre el particular. Eso parece ser una cuestión retórica menor, pero tiene toda la trascendencia del mundo, cuando lo intentamos ver en la práctica.



Como parte del desarrollo de esta idea, invito a los lectores de este espacio a que adelanten los siguientes experimentos:

Experimento 1:

Los invito a que realicen el siguiente experimento en sus respectivos núcleos familiares:

1) Pídanle a cada miembro de su núcleo familiar que enuncie 5 derechos fundamentales consagrados en la Constitución.

2) A continuación, pídanle a cada miembro de su núcleo familiar que enuncia 2 deberes fundamentales consagrados en la Constitución.


Experimento 2:

Acudan a una estación de Transmilenio y observen lo siguiente:

a) ¿En cuantos de los paraderos se respeta la fila (primero que llega, primero que entra)?
b) ¿En cuantos paraderos observa que dejen salir a los del articulado antes de que la gente comience a entrar?
c) ¿Cuántas personas ocupan las sillas preferenciales sin pertenecer a ninguno de los grupos que tienen derecho preferencial a su uso?


El experimento 1 está diseñado para mostrar una característica predominante de la mentalidad colombiana, y es el individualismo excesivo.  El individuo excesivamente individualista maneja un esquema mental que tiende hacia la maximización de la satisfacción de sus necesidades.  En consecuencia, obtener lo que se quiere es lo primordial, y los medios para lograrlo no tienden a quitarle el sueño al individualista.  Es altamente probable que como resultado del ejercicio, muchas personas sean capaces de enumerar un sinnúmero de derechos fundamentales (y probablemente incluso sentencias de la Corte Constitucional para reforzar su posición), y probablemente muy pocos puedan dar cuenta de sus deberes fundamentales.  La configuración del individualista tiene a razonar de esa manera.

El experimento 2 permite mostrar que la idea de Estado Social de Derecho no es algo que esté interiorizado en la mente de las personas.  La Constitución nos dice que estamos en un Estado en donde la función social hace que en principio se elijan líneas de acción que sean equitativas e inclusivas por encima de otras líneas de acción igualmente legales, pero que no sean inclusivas o equitativas.  La solidaridad, por supuesto, es un principio orientador.   Si algo nos muestra este experimento es que las personas no están dispuestas a obrar de conformidad con su función social, ni mucho menos están dispuestos a sacrificar mínimamente un beneficio propio en aras de ayudar al prójimo.

Al derecho le falta mucha sociología, mucha psicología y mucha filosofía.  La Constitución de 1991, y muchas normas jurídicas que han existido desde su entrada vigencia, muestran que nos gusta mucho las normas jurídicas que "suenan bien", independientemente de que parezcan hechas más para la Utopía de Tomás Moro, que para Colombia.  Es preferible una "Colombia: Magia Salvaje", que una "Colombia: Magia y salvaje".
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Imagen tomada de la página web http://beta.worktrait.com, elaborada por Jac Kasher

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