domingo, 16 de noviembre de 2014

Algunas consideraciones teóricas sobre la justicia

En filosofía, la discusión acerca de la justicia es uno de los puntos de partida que han permitido estructurar gran parte de la filosofía política vigente.  No pretendo aquí dar cuenta de todo lo que se ha dicho y escrito en torno de la justicia.  Sin embargo, para efectos de la modesta opinión que aquí se consigna, resulta indispensable revisar un par de asuntos que adquieren hoy plena vigencia en la coyuntura colombiana actual.

En "La República" de Platón (Libro I), existe un famoso diálogo acerca de la naturaleza de la justicia, que es protagonizado por Sócrates (el personaje protagónico de los diálogos platónicos) y Trasímaco.  Allí, ambos discuten acerca de la naturaleza de la justicia.  El sofista Trasímaco es enfático: la justicia es aquello que conviene al más fuerte.  El fuerte, el poderoso es aquél que tiene la facultad de dominar voluntades e imponer su propia voluntad.  Por lo tanto, justo será aquello que va de acuerdo con su diseño y sus objetivos, en la medida en que los de los más débiles se adaptarán al de aquél.  Sócrates, por su parte, a través de una argumentación analógica con el arte de los médicos, le hace ver a Trasímaco que el médico no hace lo que al médico le conviene sino lo que le conviene a sus pacientes, así como el pastor hace lo que más le conviene a las ovejas, y no al pastor mismo.  En ese mismo sentido, el gobernante se caracteriza por hace aquello que sea más conveniente a sus súbditos.  Allí radica, entonces, la justicia de los gobiernos.

Aristóteles, por su parte, estimó (ver Ética Nicomaquea) que la justicia implica dar a cada cual "lo suyo".  Esto habría de ser retomado por el famoso jurista romano Ulpiano, aunque con una leve modificación, no poco sustancial: justicia implica la "constante y perpetua voluntad de dar a cada cual lo que le corresponde".  A partir de allí, parece claro que la justicia es un acto performativo "hacer, decir, mostrar, dar... algo".  La justicia, entonces, no es algo que está allí inmutable e inalcanzable, sino que es algo que se da.  Por ello, tiene sentido que en la actualidad, a aquellos que se encargan de impartir justicia, se dice que "administran" justicia.


Trasímaco

Hasta aquí, parece evidente que la justicia NO es el juez que decide (eso ya nos lo ha hecho saber Platón con claridad) y justicia tampoco es la quietud de la ley (que por esencia es General, impersonal y abstracta).  La justicia requiere de decisiones, y requiere de soluciones a conflictos.  Si no se decide, si no se solucionan los conflictos, lejos estaríamos de afirmar que es gestión ES justicia.  Es "algo", pero no es justicia.

¿Y qué tiene esto que ver con nosotros?  Mucho... quizá demasiado.

Colombia enfrenta actualmente un "paro judicial".  Conceptualmente debemos entender esta expresión como el cese de actividades de aquellos que se dedican a administrar justicia.  En consecuencia, los jueces no deciden, los jueces no resuelven, y en consecuencia la justicia no se "ve" por ningún lado.  Es claro que nunca podremos realmente "ver" la justicia en plenitud.  Vemos momentos, rastros, trazos de justicia.  En ese momento, la ciudadanía dice: "Se hizo justicia".  Algo poco común en la actualidad, pero a lo sumo, posible.

La coyuntura del paro no es lo que me interesa en el momento.  Me interesa ver, el escenario sin paro, en donde las personas acuden ante la jurisdicción, clamando que les "de aquello que les corresponde".  Lamentablemente, la estructura de la justicia colombiana ha sido secuestrada por la formalidad, y esa formalidad impide que la justicia se "vea".  Muchas situaciones parecen dar prueba de lo anterior.  ¿Cuántas personas denuncian a la espera de que la Fiscalía investigue y acuse por sus delitos, únicamente para obtener como respuesta la inacción del ente investigador, o peor aún, órdenes de archivo abusivas e injustificadas?  ¿Cuántos trabajadores no acuden a la jurisdicción para procurar la protección de sus derechos frente a un despido legal, el acoso laboral, o el reconocimiento de una pensión, para quedarse esperando a que los tiempos procesales sepulten sus ilusiones?  ¿Cuántos años debe esperar un ciudadano en sede de casación, luego de elaborar complejas demandas con legítimas peticiones, para esperar que el más alto tribunal le responda con temas como: "Cargo mal formulado" o "No se justificó la relación entre el yerro propuesto y la decisión adoptada por el juez con la cual se manifiesta inconfomidad"?

Sin duda, el colombiano, golpeado por la realidad de grupos armados que le quitan sus tierras, azotado por políticos que se roban los recursos que implican los impuestos que le ha costado mucho sudor pagar, y asustado porque pueda ser despojado de sus pertenencias en la calle y a plena luz del día, con total seguridad espera más.  Si la justicia implica el acto performativo de decidir para el bien de gobernados, ¿qué podrá esperar el gobernado cuando ve que las decisiones que los afectan en materia de justicia no se toman pensando en ellos, sino en quienes deciden?  Algunos, menos optimistas, piden que los operadores jurídicos "decidan de fondo", pero también esto ha sido un anhelo fallido.  Quizá frente a ellos, tendríamos que mirar a los ojos el espíritu de Trasímaco y decirle: "Tenías razón".
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* Imagen tomada de la página web: http://antoniosaz.blogspot.com

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